Carta Abierta - Jueves 2 de abril de 2020

Carta Abierta a la Comunidad Docente de la UNCuyo

 

 

El domingo 29 de marzo, el Presidente de la Nación anunció la extensión del aislamiento físico, social, preventivo y obligatorio. Con ello vemos que el Gobierno Nacional ha tomado (y lo continúa haciendo) el combate contra la pandemia en sus manos y adopta, en este contexto, medidas en general correctas frente a las consecuencias del COVID-19.

 

Como sindicato docente universitario entendemos que la prioridad hoy debe ser atender la emergencia sanitaria y todas las emergencias sociales que esta situación alarmante provoca en los sectores más vulnerados. Como en una diversidad de aspectos, ellos son los más castigados en momentos críticos y esta pandemia no es la excepción. En ese contexto entendemos que la batalla la damos entre todos y todas y, como profesionales universitarios, siendo la pandemia el principal problema del pueblo, debemos poner nuestros conocimientos al servicio de las necesidades populares que hoy, asumen un carácter de urgencias. 

 

Por esto, y a pesar de que el llamado es #YoMeQuedoEnCasa, consideramos fundamental promover prácticas solidarias y, como espacio político, actuar en base a una ética de la responsabilidad por nosotros/as mismos/as (lejos del individualismo arrogante y la mentira de la autosuficiencia) pero, sobre todo, por los/as demás. 

 

Es necesario insistir en que las medidas de lucha adoptadas (cuarentena, aislamiento, etc.) no impactan del mismo modo sobre un territorio con hogares y población fragmentados y desiguales. Nuestra provincia, a fines de 2019 es, territorial y socialmente, más desigual, con menos producción y más pobreza; y con una estructura productiva que pierde en industria y precariza y terceriza a sus trabajadores. Nuestra área metropolitana es la segunda en cantidad de barrios privados, luego del Gran Buenos Aires; en contraste con los barrios populares sin servicios donde viven unos 50.000 mendocinos/as.

 

Siendo el aislamiento una medida necesaria para evitar la propagación del virus, si lo tomamos en términos absolutos todos nos aislamos y nos inmovilizamos, morimos de inanición. Sirva como reflexión: si yo me quedo en casa, existen quienes me proveen de energía eléctrica, algunos suministran el gas en redes, otros mantienen el servicio de agua potable. Además, hay quienes siguen produciendo alimentos, suministros médicos y otros que los distribuyen. Unos cuantos atienden en los hospitales, vacunan, ponen los respiradores, investigan sobre el virus. Y muchos mantienen el aparato estatal indispensable para el funcionamiento, en momentos que se demuestra la inutilidad del mercado para otra cosa que no sea acumular ganancias, ahora que se trata de salvar vidas. Así, frente a la supuesta igualdad que nos pone la pandemia, encontramos situaciones radicalmente diferentes en cómo afrontarla. 

 

El desafío, entonces, es pensar cómo contribuimos y combinamos este necesario aislamiento físico preventivo con una campaña solidaria activa que permita ayudar y contribuir a la tarea que desde los diversos ámbitos del estado, organizaciones sociales y político-territoriales, ONGs, etc. están llevando adelante. FADIUNC puede ayudar a organizar a los docentes e investigadores que quieran brindar sus conocimientos al servicio de la comunidad ante esta pandemia, tomando un rol activo dentro de los comités de crisis que ya están conformados o se están conformando. Consideramos que todos/as nosotros/as, docentes y trabajadores/as del sistema científico tecnológico, tenemos una responsabilidad político-social y no podemos estar ajenos a lo que hoy sacude el mundo. Creemos que es a través de una red solidaria tejida desde nuestros delegados/as y mesa ejecutiva que podemos sumarnos a propuestas como la conformación de un Comité de Emergencia Barrial, Departamental y/o Provincial, donde diferentes sectores puedan articular acciones en cada comunidad (información, organización de comedores, etc); organizar una campaña solidaria de alimentos, elementos sanitarios y de higiene, aportes monetarios y voluntarios, registrar las demandas y articular soluciones. 

 

Como expresamos anteriormente, la prioridad hoy debe ser atender la emergencia sanitaria y todas las emergencias sociales. Pero a la vez, frente a la situación excepcional en que nos encontramos, se deben sumar todas las voluntades y esfuerzos para también garantizar, en la medida de lo posible, el menor costo académico a los y las estudiantes. 

 

En este sentido, y tal como lo expresamos antes, es importante tener muy presente que esta situación no afecta a todos/as de la misma manera. No es lo mismo Paolo Roca que resuelve sus problemas económicos despidiendo 1500 trabajadores, que el trabajador/a precarizado/a que si no sale a trabajar día a día no puede ir a comprar lo mínimo indispensable para sobrevivir con su familia. Las familias, hoy, están padeciendo esta crisis y todos los hogares se encuentran atravesados por la emergencia, por lo que entendemos que las medidas que se adopten en este marco deben necesariamente contemplar esta situación atípica y crítica. Asimismo, deben tenerse en cuenta la heterogeneidad de las situaciones que estamos viviendo en las familias de docentes y estudiantes, en las diferentes situaciones de las carreras y materias.

 

Transcurridas dos semanas desde que en la UNCUYO se resolvió el cursado no presencial nos surgen una serie de inquietudes: 

 

Con respecto al rol docente:

 

¿Esta alternativa propuesta (sin formación previa, adecuaciones curriculares o sugerencias metodológicas) puede suplantar lo presencial o sólo es una emergencia transitoria hasta que se reanude esta instancia fundamental del proceso de enseñanza-aprendizaje?  ¿De qué se habla cuando se ofrece el cursado virtual? ¿Hace referencia a orientar a los alumnos con bibliografía, temas de discusión, alguna conferencia online, entre otros recursos para que se encuentren preparados al reanudar lo presencial y que no se pierda tanto? Si es así estamos de acuerdo, pero en ciertas instituciones de la UNCUYO se está planteando como un total reemplazo de lo presencial. 

 

Además, debemos considerar la posible recarga de las y los docentes auxiliares de cátedra.  Advertimos que la migración a una modalidad virtual de manera rápida y excepcional puede recargar al personal de menor responsabilidad en las cátedras. También preocupa la distribución de tareas entre docentes de distintas dedicaciones que deben cumplir distintas horas de trabajo por semana.

 

Por otra parte, es muy difícil realizar una correcta evaluación de los procesos de enseñanza (más aún sin la capacitación adecuada)  de manera virtual e imposible desarrollar las prácticas de nuestras carreras.

 

En definitiva, nos parece fundamental tener claro que un cambio de este tipo no puede ser considerado una solución, sino solo un paliativo en este contexto en particular y que la presencialidad en el proceso de enseñanza-aprendizaje es irremplazable para la educación dialógica liberadora y crítica que como instituciones públicas y populares debemos garantizar.

 

Con respecto a las condiciones materiales:

 

¿Se consideró si el docente tiene los medios tecnológicos en su domicilio para la virtualidad y si los docentes, en su conjunto, estamos capacitados para lo virtual? Entendemos que los recursos tecnólogicos e incluso las habilidades informáticas de profesores y estudiantes son dispares. Y esto no se soluciona con un curso en moodle o una entrada a google classroom.

 

Los hogares de estudiantes y docentes no están preparados para una situación como esta, donde es altamente probable que convivan varias personas todo el día durante varias horas, y donde la posibilidad de enseñar/aprender se intercala con cientos de relaciones y tareas no educativas. Hay docentes con hijos/as niños/as o adolescentes en la casa, todos/as en aislamiento, o con familiar mayor a cargo, y que es muy difícil o imposible que se ocupen además de dar clases virtuales desde su casa, muchas de las cuales hasta exigen la interacción con el alumnado en un horario en particular. No hay posibilidades de salir de la casa para poder “grabar” una clase, ni tampoco, en algunos casos, estará la posibilidad de trabajar a cualquier hora (ya que muchas/os puede hacerlo mientras los/as hijos/as duermen, por ejemplo). 

 

Seamos comprensivos, flexibles y solidarios entre las/os que ejercemos la docencia en estos momentos difíciles.

 

Con respecto a nuestros estudiantes:

 

Hay estudiantes que no tienen acceso a las redes. Algunos plantean que tenemos que contribuir para que los jóvenes estén ocupados mientras dure la cuarentena. 

 

Debemos distinguir las diferentes etapas de formación. A nivel primario y secundario debe continuarse con la enseñanza en forma virtual como un medio para ayudar a las familias en la etapa de aislamiento con sus hijos niños y adolescentes.

 

En el nivel universitario, donde el trabajo es con mayores de edad, la pérdida de clases o eventualmente un cuatrimestre suena hasta casi irrisorio frente al drama de millones de personas que traerá el parate económico que se profundizará con más desocupación.

 

Acompañemos y reflexionemos junto con nuestras/os estudiantes y promovamos redes de solidaridad entre ellos para que nadie se quede incomunicado en este aislamiento físico.

 

Con respecto a la situación en su conjunto:

 

También hay que tener en cuenta que, como gran parte del pueblo, estamos psicológicamente alterados por una situación como la pandemia. Por lo tanto, no es sólo cuestión de reemplazar presencial por virtual. La capacidad de concentración y la estabilidad mental, fundamentales para el proceso de enseñanza/aprendizaje se ve completamente alterada por esta situación.

 

Como previo a la decisión de las autoridades de la UNCUYO no hubo consulta al sindicato sobre qué puntos nos parecían importantes tener en cuenta para no lesionar condiciones laborales como es el respeto al descanso y los fines de semana y feriados, es que les haremos llegar los requerimientos que a continuación detallamos: 

 

  • Entendiendo que bajo ningún punto de vista esta modalidad virtual puede reemplazar a la presencial, pues debe verse como un acompañamiento hasta que se reanude el cursado normal, su obligatoriedad no debería ser considerada.
  • Establecer directivas claras y generales que respeten los tiempos de descanso, fines de semana y feriados, evitando la sobreexplotación a la que podrían verse afectados los docentes.
  • Garantizar los medios para que cada docente pueda emprender este tipo de tarea, desde el soporte tecnológico hasta la formación específica.
  • Exceptuar de la obligación a quienes estén en aislamiento con hijos de edad escolar o con adultos mayores a cuidado.
  • Flexibilizar las exigencias para los estudiantes, porque si bien “no estamos de vacaciones”, tampoco es cierto que “sobre el tiempo libre”

 

Nuestra intención es compartir, por este medio, nuestras inquietudes y preocupaciones, pero a la vez quedamos a disposición de las autoridades universitarias para articular y brindar el apoyo necesario ante esta crisis. Con la certeza de que de ella saldremos juntos/as y solidariamente, apelando al diálogo que supere los enfrentamientos, incomprensiones o imposiciones; y con el sueño de que el padecimiento de hoy sea un punto de inflexión para construir otro futuro, con mayor igualdad y solidaridad.

 

Mesa Ejecutiva de FADIUNC

 


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