EDITORIAL - Lunes 30 de noviembre de 2020 

Mario García Cardoni, Sociólogo y ex Secretario Gral de FADIUNC

EDUCACION LAICA, DEMOCRATICA, GRATUITA Y CON LIBERTAD DE CONCIENCIA

Parece ser que el anhelo de establecer estos postulados básicos, en una sociedad democrática e inclusiva de derechos, como la que se busca mayoritariamente conquistar, se alejara cuando se ven estas intervenciones taxativas del poder institucional. Es así que hablar hoy en el marco de la norma emanada de la Suprema Corte Provincial, nos pusiera en el antagonismo: Educación Pública y Científica, por un lado y el dogma religioso, como espacio de lo único y sagrado, para establecer una especie de base de posicionamiento social, desde la Escuela de donde buscara seguramente, dar la nueva batalla cultural, contra el libre pensamiento, base epistemológica fundamental del conocimiento científico, desde Giordano Bruno y Copérnico, y tantos otros, los que pagaron con su vida, en algún caso, por pretender la libertad de conciencia.

 

El Laicismo puede ser entendido en dos sentidos. Por un lado como un principio autónomo ante los dogmas religiosos, para que haya convivencia entre todas las posiciones de ideas sin pretender hegemonías. Y también puede interpretarse como una batalla intelectual que se propone la derrota del prejuicio y la superstición, esencia de toda religión.

 

La primera concepción corresponde al pensamiento liberal e ilustrado tradicional que va desde Locke hasta Bobbio. Es la concepción del laicismo que ofrece una respuesta más moderada ante las intromisiones de las iglesias en las cosas del estado y que promueve la inclusión, en igualdad de circunstancias, de todas las creencias que aceptan desplegarse dentro de los confines del constitucionalismo democrático. El laico, en esta versión, no defiende ninguna verdad que debe prevalecer en lo público, sino que promueve una esfera pública neutral que permite abrazar una (o ninguna) verdad en lo privado. Ciertamente esto implica la afirmación de algunos valores que podemos resumir en las libertades fundamentales, pero no la negación de los credos religiosos.

 

La segunda opción engloba un laicismo más taxativo en cuanto a que los dogmas religiosos son un obstáculo para la autonomía individual, racional y científica. Decimos que El estado debe, según la historia de nuestro país,  garantizar una escuela  inclusiva, igualitaria y despojada de cualquier doctrina religiosa, que respete la libertad de conciencia.

 

Pero ante la nueva norma, cabe preguntarse si lo que se busca, será consolidar e instrumentar, un espacio religioso determinado (¡opcional!) para poder ejercer una acción ideológica, a los efectos de naturalizar una situación dominante, en un espacio de libre pensamiento? como la escuela Pública, laica, libre y científica. También como menciona Reno Mode, “cada quien puede escoger los valores éticos, políticos o religiosos que prefiera o en los que crea firmemente, pero no debe pretender imponerlos a los demás mediante la violencia o con el apoyo o la complicidad del estado."  (Salazar, 2006) 

 

Por otra parte, vale lo expresado por Bertrand Russell  que denunciaba que: " La religión se basa, principalmente, en el miedo. El miedo es el padre de la crueldad y, por lo tanto, no es de extrañar que la crueldad y la religión vayan de la mano. Se debe a que el miedo es la base de estas dos cosas Y es sabido que la ciencia puede ayudarnos a librarnos de ese miedo, con el que la humanidad ha vivido durante tantas generaciones" (Salazar,2006),

 

Es necesario que se garantice la separación del Estado y  la religión. La enseñanza científica y libre de dogmas, es fundamental para que podamos hacer entre todos, una sociedad más democrática e inclusiva. Nuestra Escuela es la base del progreso humano en todas sus dimensiones. Exigimos el respeto a la Constitución Nacional y de los Derechos Humanos. Estamos en una etapa de la humanidad donde se hace necesario comprometer las acciones que busquen la unidad de y terminar con los sectarismos egoístas que solo traen fragmentación entre las clases sociales y beneficia a quienes continúan imponiendo un modelo excluyente de sociedad para unos pocos y muy santificados.

 

Cita: Salazar, P. Laicidad y democracia constitucional. Isonomía n2,2006,37-49.


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